jueves, 8 de septiembre de 2016


He andado y desandado mil caminos polvorientos escuchando violines que sólo podían nacer de mi esperanza, mientras miraba al sol enamorar a la luna en noches plenas de estrellas.
He mirado mil veces y una a lo que atrás ha quedado con la ilusión de que mi tristeza te conmoviera. Y buscando esa mirada tuya, me fui perdiendo en la melancolía al punto de que mi nombre se hizo fábula para mi mismo y mi corazón se heló en un latido desesperado con ecos de lejanía.
Mirando a tu recuerdo me convertí en estatua de sal y la alegría se escondió en mi alma. Pero cuando ya no me quedaban fuerzas para resucitar, el mismo sol me me revivió en un arrebato de luz, fuego y color.
Largo y tedioso, solitario y ruinoso fue el camino sin ti, pero tenía que perderte para saber que nunca te tuve. Tenías que irte para yo reencontrarme, para volver a mirar a mis propios ojos y en mi mismo hallar la esperanza oculta en mi noche infonita y en mi amargo café frío.
Hoy ya no te busco. Hoy he vuelto al punto de partida. Aquel donde el amor más profundo me ha liberado de entregas amargas y de noches vacías. Hoy como el ave fénix, mi alma se engalana con radiantes plumas de fuego que me permiten reiniciar un vuelo gracioso y digno, elegante y armonioso entregando al mundo lo mejor de mi y mostrando la sonrisa que yo mismo me había negado. Hoy me hago armadura brillante que cabalga al viento. Ahora con que he vuelto de las cenizas puedo volver a soñar.

amadísdegaula


Ave Fénix


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