jueves, 10 de noviembre de 2016

Mi lucha contra el cáncer o 

“si te fastidio me lo dices”


Es Verdad que la esperanza no admite fraude. Hay que darle todas las oportunidades y no robarle chances.  Especialmente cuando enfrentamos situaciones y circunstancias difíciles que nos atemorizan o nos hacen sentir vulnerables hemos de recordar el misterio del amor que brota de lo profundo del corazón, allá donde nuestro ser se  goza en la comprensión de que todas nuestras dolencias son nada comparadas con la gloria que se ha de manifestar en nosotros en Cristo, según nos enseña San Pablo en la Carta a los Romanos 8,18.

Recuerdo la historia de Mary, de quien no daré mayores datos por respeto a su memoria y por cuidarme de una demanda ya que su familia es norteamericana y en Los Estados Unidos demandan por mirar dos veces a una persona. Ella fue diagnosticada con cáncer y se retiró del trabajo y durante todo el proceso de su enfermedad enviaba correos electrónicos a sus ex compañeros de trabajo y amigos contando con pormenores y detalles todo el proceso de la enfermedad y el tratamiento. Descubrí, por algunos comentarios que escuché, que la mayoría de quienes recibían esos correos estaban fastidiados de esas comunicaciones tan íntimas y hubieran preferido no recibirlas.

Particularmente pienso que, cuando enfrentamos una enfermedad como el cáncer, mientras luchamos contra ella quisiéramos, al menos, dejar constancia de nuestros afectos e ideas generales a los seres que nos importan, de modo que al partir, ellos encuentren en nuestras palabras un consuelo y se conforten en la esperanza en la que hemos creído.

Eso lo voy a hacer desde ahora en la medida en que me sea posible por este medio formidable, como diría mi amigo el padre José Severeyn.

Quizá a algunos les fastidie, pero la verdad no me importa, ya he fastidiado bastante y, para ser honestos, muchos han merecido ese fastidio.

Nuestra vida es una cuestión realmente sencilla, pero la complicamos en las percepciones relacionales que hacemos y en los conceptos de autoestima exacerbada que muchas veces manejamos y nos creemos.

Bueno, con esa introducción tan larga ya tendré que dejar mi primera entrega sobre mi lucha contra el cáncer, para otro momento…

Si te fastidio me lo dices. Así, al menos, habrá algún comentario en mi blog.
Alberto José Gutiérrez

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