Mi lucha contra el cáncer o
“si te fastidio me lo dices”
Es Verdad que
la esperanza no admite fraude. Hay que darle todas las oportunidades y no
robarle chances. Especialmente cuando
enfrentamos situaciones y circunstancias difíciles que nos atemorizan o nos
hacen sentir vulnerables hemos de recordar el misterio del amor que brota de lo
profundo del corazón, allá donde nuestro ser se goza en la comprensión de que todas nuestras
dolencias son nada comparadas con la gloria que se ha de manifestar en nosotros
en Cristo, según nos enseña San Pablo en la Carta a los Romanos 8,18.
Recuerdo la
historia de Mary, de quien no daré mayores datos por respeto a su memoria y
por cuidarme de una demanda ya que su familia es norteamericana y en Los
Estados Unidos demandan por mirar dos veces a una persona. Ella fue
diagnosticada con cáncer y se retiró del trabajo y durante todo el proceso de
su enfermedad enviaba correos electrónicos a sus ex compañeros de trabajo y
amigos contando con pormenores y detalles todo el proceso de la enfermedad y el
tratamiento. Descubrí, por algunos comentarios que escuché, que la mayoría de
quienes recibían esos correos estaban fastidiados de esas comunicaciones tan íntimas
y hubieran preferido no recibirlas.
Particularmente
pienso que, cuando enfrentamos una enfermedad como el cáncer, mientras luchamos
contra ella quisiéramos, al menos, dejar constancia de nuestros afectos e ideas
generales a los seres que nos importan, de modo que al partir, ellos encuentren
en nuestras palabras un consuelo y se conforten en la esperanza en la que hemos
creído.
Eso lo voy a
hacer desde ahora en la medida en que me sea posible por este medio formidable,
como diría mi amigo el padre José Severeyn.
Quizá a
algunos les fastidie, pero la verdad no me importa, ya he fastidiado bastante y, para ser honestos, muchos han merecido ese fastidio.
Nuestra vida
es una cuestión realmente sencilla, pero la complicamos en las percepciones
relacionales que hacemos y en los conceptos de autoestima exacerbada que muchas
veces manejamos y nos creemos.
Bueno, con
esa introducción tan larga ya tendré que dejar mi primera entrega sobre mi lucha
contra el cáncer, para otro momento…
Si te
fastidio me lo dices. Así, al menos, habrá algún comentario en mi blog.
Alberto José Gutiérrez
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