martes, 15 de noviembre de 2016

Lamento hondamente la partida de mi amigo Rusber Villasmil y sus circunstancias trágicas. El estaba muy enfermo. Poco a poco fue cayendo en la sombra de una profunda depresión clínica. Su acto definitivo no es el de un pecador empedernido que niega la esperanza sino el de una pobre mente enferma y un corazón muy solo que la buscaba ansiosamente. El Señor que juzga misericordiosamente sabe de lo grave de su enfermedad nerviosa y por tanto conoce que esta acción final de su vida no ha sido la negación de la fe sino consecuencia de su enfermedad que le fue robando, incluso, su vida social. Mis recuerdos por los buenos momentos compartidos y su amistad sincera durante muchos años. Mis oraciones y mis sentimientos le acompañan en la certeza de que, como dice el Apóstol Santiago, "la misericordia de Dios supera el juicio", especialmente la temeridad de los juicios humanos.




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