Señor Dios, Padre bueno, que habitas el universo y nada escapa a
tu presencia, en ti he puesto mi confianza, en ti he abandonado mi esperanza y
las luchas de mi alma porque"un corazón fatigado y angustiado tu no lo
desprecias" (Salmo 50,17).
Mis pies están cansados y
mis ojos húmedos, mis manos duelen por el esfuerzo de haberse aferrado a la
nada.
He recorrido mil caminos sin buscarte y en todos te he
encontrado, porque tu llenas todos mis caminos. He llorado de angustia y
soledad, me he entregado a mis pasiones y a mi voluntad. He sufrido tantas
decepciones como pretensiones he puesto en mi temeridad, en la tierra y sus
habitantes, pero sólo Tú, Padre, has estado esperando por mí al final de cada día
para secar mi rostro sudoroso por la angustia de mis impotencias.
Hoy quiero seguir mirando al infinito con mi corazón expuesto y
no quiero hacerlo sin ti. Haz que tu voluntad sea mi guía. Hoy, desde lo más
profundo de la entraña de mi corazón reconozco tu sonrisa en medio de la
multitud y quiero que ella sea mi alegría y la razón de mi vida, porque nunca
podré encontrar un amor más grande ni providencia más tierna. Padre Nuestro,
Padre mío….
Amén
(Padre Alberto Gutiérrez)
No hay comentarios:
Publicar un comentario