El fruto que esperamos vendrá
No hemos de cansarnos de esperar que de los corazones brote el bien como fruto de la Palabra. Siempre debemos sembrar en el corazón del prójimo la semilla de la bondad que viene de Dios. No es que esperemos bondades humanas disfrazadas en conductas forjadas por apariencias, no. Es que confiamos en que el rocío de la Palabra que riega los corazones, dará su fruto. Por eso no nos decepcionamos cuando algún corazón aún parece inmaduro y no da fruto, es que seguramente le falta tiempo. La obra de la conversión es del Espíritu Santo de Dios que actúa en las personas; de nuestra parte, hemos de anunciar el kerigma, proclamar la Buena Noticia a tiempo y a destiempo y esperar con confianza, sin cansarnos y sin juzgar, porque no es de nuestro resorte el juicio sino la confianza en la misericordia. Por ello no hay lugar a la decepción, sino que alentados por la esperanza, aguardamos ver en los corazones de todos el fruto de la fe, que es el amor en la dimensión de la cruz, porque tenemos plena confianza en que
Dios hará su obra, porque la esperanza no defrauda.
(Padre Alberto Gutiérrez)
No hay comentarios:
Publicar un comentario