sábado, 8 de octubre de 2016

                      Hoy vengo con un tema que quizá pueda resultar
un  poquito irritante  a los seguidores y lectores 
 de libros de auto-ayuda y "memes" simpáticos.


VIVIR A LA CARTA

A veces tengo la impresión de que vivimos en un mundo que se nos ofrece a la carta y en el que fuera siempre posible ordenar nuestras opciones de acuerdo a nuestros deseos. Al menos es lo que se desprende de la abrumadora avalancha publicitaria que nos sepulta en la literatura de auto-ayuda. 
Decida lo que quiera, pídalo o exíjalo y téngalo aparecen como los conceptos motores de un flujo interminable de escritores y conferencistas que pretenden convencer a todos de que no hay límite en las pretensiones y deseos individuales. Así visto, se intenta convencer a las masas de que la única limitación que se interpone entre la persona y su éxito es meramente una barrera sicológica producto del tabú o la superstición y que no hay una barrera objetiva a la realización de cualquier deseo personal.
Pero la verdad es que sólo podemos vivir el mundo según somos. No podemos volar por nosotros mismos, sin la asistencia técnica, no podemos respirar líquidos y no podemos sobrevivir mucho tiempo sin agua y alimento.
No importa como lo repitan ni que lo pretendan hacer una “espiritualidad”, si las personas no tienen acceso al agua potable, a los servicios de prevención de enfermedades y su curación, si no se tiene acceso a esquemas de educación e instrucción dignos y humanizantes se corren graves riesgos de sucumbir a la miseria, a pesar de la fuerza del espíritu humano.
La propaganda exitista descarada por los medios de comunicación con cobertura internacional llega a comunidades y poblaciones enteras reducidas a situaciones de miseria intolerable por los esquemas de injusticia a los que se les somete, mientras los promotores de libros venden sonrisas prefabricadas en los sets de las televisoras y, con la fertilidad de los conejos, paren libros de auto-ayuda con propuestas insólitas e inalcanzables para quienes no tienen acceso a tales oportunidades. Probablemente me leeré un poco negativista en este tema, pero creo firmemente en aquella frase del ideario del Instituto Niños Cantores del Zulia cuando insiste en que “no hay pueblos superiores sino oportunidades superiores”. No tiene éxito quien no tiene oportunidad.

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