Libertad, amor y deseo
El movimiento de la
libertad tiene su energía en el deseo de amar y ser amado. El corazón
humano es corazón de deseo, siempre buscando a quién entregarse o qué o quien pueda satisfacer su anhelo más profundo.
Si la libertad se desvincula del amor, no sólo no desaparece la
fuerza del deseo sino que hipertrofiado, hace experimentar la libertad
sólo como satisfacción de los deseos. La libertad, movida por
el deseo, da vueltas sobre sí misma en ejercicio vertiginoso de egoísmo; satisface los deseos, pero no el anhelo del
corazón. Así, desea más y más, queriendo atraer hacia sí bienes y honores
o dejándose arrastrar por seductoras promesas de satisfacciones
siempre insuficientes que terminan produciendo decepción, frustración y
soledad.
Alberto José Gutiérrez
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